Agradezco a mi amigo, el profesor Eusebio Vázquez Navarro, el haberme facilitado el borrador del valioso manuscrito de José Albavera Velázquez, para leerlo antes de ser publicado y aún más para expresar alguna reflexión acerca del mismo.
El primer pensamiento que se me viene a la mente al tenerlo entre mis manos, es el de un tesoro histórico que yace aún en la memoria de muchos maestros rurales y luchadores sociales que vivieron de cerca acontecimientos importantes en la vida de nuestro país. En este contexto el libro de José Albavera, es una aportación reveladora que arroja luces a esa etapa sombría de la vida mexicana que enmudeció a la sociedad en las décadas de los sesentas y setentas debido a la represión política del estado autoritario.
José Albavera llegó a la escuela Normal Rural de Santa Teresa, Coahuila, procedente de la escuela similar de Ayotzinapa, Guerrero, y terminó su carrera profesional en Santa Teresa como integrante de la tercera generación (1961-1964); participó en las luchas estudiantiles de ese tiempo y conoció y admiró a Lucio Cabañas Barrientos desde que era estudiante de Ayotzinapa.
La división de la FECSM que se manifestó en el congreso de La Huerta, Michoacán en 1961, donde contendieron por la secretaría general, Lucio Cabañas y Antonio Valtierra Limones, se gestó en realidad en el seno de la CJM., donde habían luchado por la secretaría general, Liberato Montenegro, de la Normal Rural de Jalisco, Nayarit y Manuel Ortega Cervantes, de la Normal Rural de Salaices, Chihuahua.
El triunfo correspondió a Liberato Montenegro apoyado por un grupo de políticos recientemente separado de las filas del PPS, quienes entraron en franca colaboración con el gobierno de Adolfo López Mateos. El gobierno estaba tomando el control de las organizaciones estudiantiles y este ingrediente externo originó la división. Cuando se celebró el congreso de La Huerta, Michoacán, hasta la ciudad de Morelia llegó a hospedarse Montenegro para tender sus actividades de apoyo a su candidato estudiantil Lucio Cabañas.
El otro candidato, Antonio Valtierra perdió la elección por un voto, lo que estatutariamente había sido legal, pero la forma en que el congreso había sido manipulado originó que la mitad menos uno de los delegados inconformes se declararan en Consejo Nacional Permanente que se negó a reconocer la elección, originando así dos grupos de escuelas con liderazgos propios: Las de la FECSM y las del consejo nacional permanente.
Las autoridades de la SEP reconocieron por supuesto al liderazgo de Lucio Cabañas pero no al del Consejo Nacional y fue necesario hacer un paro para lograr ser escuchados. La división tuvo también rasgos amistosos, hubo muchas reuniones de ambos comités para tratar de llegar a la unidad, éstas se celebraban en el Hotel Morelos y en el Hotel Jalapa cercanos al zócalo capitalino, donde llegaban los del consejo y los de la FECSM, respectivamente. Aun divididos se realizaban acuerdos para parar simultáneamente todas las escuelas en los momentos en que.se negociaba el pliego petitorio anual que mejoraba la vida de las escuelas normales rurales.
Sin dejar de reconocer que ambas partes luchaban por los mismos ideales, la división de la FECSM contribuyó a radicalizar las posiciones políticas de los dirigentes estudiantiles, de tal manera que en la revolución que para esos tiempos se veía venir desde muchas partes, ambos grupos tuvieron su cuota de caídos. De la gente que había apoyado a Valtierra, el primero que cayó fue Miguel Quiñones Pedroza, egresado de Salaices, que se ligó a la guerrilla de Arturo Gámiz y murió en el asalto al cuartel de ciudad Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965, y por el lado de Lucio Cabañas fue el propio guerrillero que murió en 1974 dejando en la sierra del sur una leyenda aún inacabada. Miguel Quiñones Pedroza fue presidente del consejo nacional permanente de escuelas normales rurales que no reconocían a la FECSM y a Lucio, pero en los tiempos brevísimos de la guerrilla fue comisionado por su estado mayor para buscar contacto con Lucio Cabañas en la sierra del sur.
Los antiguos enconos de la división estudiantil fueron rápidamente superados por la nueva realidad revolucionaria que se estaba desbordando donde lo menos que debía buscarse era la unidad de los que se encontraban levantados en armas o estaban a punto de hacerlo. Como bien lo dice José Albavera, Lucio trabajó en el estado de Durango y justamente ahí fue compañero del profesor J. Guadalupe Moreno Rentaría, egresado de la Normal Rural de Aguilera, Durango, durante ese ciclo escolar.
Lucio que era muy noble, en sus pláticas llegó a reconocer que la postura de los estudiantes de Consejo Nacional Permanente había sido la más digna en su momento, lo cual deja entrever que Lucio en esa etapa estaba rompiendo ya con el antiguo grupo político ligado al gobierno que había sido el verdadero responsable de la división de la FECSM.
Un episodio que pinta la relación interpersonal que llegó a existir entre Lucio y Valtierra -ambos fueron dirigentes nacionales de la FECSM en el Mexe, Hidalgo, bajo el comité de Carlos Vela Martínez, antes de su división- Es que en 1967 llegó a Crecí donde trabajaba Valtierra, un disfrazado: era Salvador Gaytán, sobreviviente de Madera, que andaba participando en la guerrilla de Lucio y traía de éste un saludo para Valtierra.
En ese mismo año, Valtierra había bajado a la profunda cañada donde tenía el campamento la guerrilla de Óscar González Eguiarte en uno de los ramales de la gran barranca del Cobre, para precisar algunas actividades de apoyo logístico al grupo guerrillero que contaba también con la colaboración del inspector de esa zona, Manuel Reynaldo Gaytán, que tenía una tienda CONASUPO en San Juanito, donde se surtieron algunos bastimentos para el grupo armado.
Los que murieron como Miguel y Lucio son héroes puros, porque sus circunstancias los llevaron a inmolarse de manera voluntaria o fortuita por sus ideales, pero entre los que no murieron hubo muchos heroísmos silenciosos que hasta la fecha han preferido permanecer callados por la seguridad que esto ha representado para sus vidas. Los que han vivido hasta hoy una vida de lucha y permanecido dignos y fieles a la ideología de las Normales Rurales también son también en parte heroicos, porque su vida ha sido toda un heroísmo silencioso. El profesor y gran visionario Félix Frayre Castañón, egresado de la escuela de Aguilera, Durango, parafrasea muy bien una canción que dice: "Doy por un querer la vida misma sin morir, y eso es cariño, no lo que hay en ti..."
Por todas estas razones, sean bienvenidas las palabras de quien se decide a hablar como José Albavera Velázquez. Su testimonio se convierte en un tesoro que contribuye a enriquecer los datos y que tal vez sirva para dar sonido a otras voces que vengan a contarnos sus historias.